
Evaluación de profesoras
24 de septiembre del 2023
De relatos y cariño (SR)
Asunto: Evaluación de profesores
Por: Sara Regina Fonseca
Nos conocimos con Natalia a través de pantallas, durante la pandemia y en la asignatura Historia de la Danza Siglos XIX y XX. Antes de ir a buscar sus trabajos y mis correspondencias con ella, intenté identificar lo que más recordaba de nuestros primeros encuentros. Además de su actitud siempre atenta y curiosa, me quedó grabada su segunda entrega: la constelación. Este trabajo consistía en establecer relaciones entre una variedad de datos que en principio pueden parecer disímiles o incongruentes, pero que, al verse juntos, logran habilitar interpretaciones históricas inesperadas. La idea es que, durante el primer corte, cada estudiante junte la mayor cantidad posible de datos e información que, directa o indirectamente, resuene con el interés, pregunta o tema que él o ella haya escogido como punto de partida para su trabajo. Los datos son las estrellas, y las constelaciones no son otra cosa que la habilitación de diversas conexiones entre dichos datos, bajo criterios como la resonancia, la oposición, la analogía, la procedencia o la proyección, entre otros.La tarea es compleja, pues además de implicar una juiciosa recolección de información, requiere de una particular imaginación conceptual que permita establecer relaciones osadas y, por lo tanto, construir pensamiento. En este primer trabajo, Natalia mostró una especial capacidad para hilar y conectar conceptos de manera compleja y multidimensional. Una capacidad que se manifiesta en su interés por el pensamiento constelar y en su sensibilidad hacia el lenguaje poético.
En sus primeros trabajos para la asignatura y en nuestras primeras conversaciones, Natalia expresó una fuerte inquietud por dos grandes temas: su condición de ser mujer y su herencia indígena wayuu recibida por el lado paterno. Ella cuestiona el concepto de identidad cultural desde una experiencia de constante fragmentación y reconstrucción en un contexto principalmente colonizado y patriarcal.Tres años después de haberla conocido, veo que todas estas inquietudes siguen siendo un hilo vital que conecta diversos aspectos de su entrenamiento, sus creaciones escénicas y sus escritos. En los trabajos de Natalia se entrelazan la articulación aguda de su pensamiento crítico y la intensidad de sus emociones. Siento que para ella la emocionalidad es el fuego que hace arder, pero también iluminar. Quizás por esto, nuestras conversaciones académicas excedieron desde un inicio los trabajos solicitados en clase. Al revisar mi correo, veo que durante esta asignatura nosotras intercambiamos ideas sobre películas, documentales y noticias de actualidad que interpelaban las cuestiones de la mujer y la identidad indígena.
En el 2023 volví a ver a Natalia en un lanzamiento de la Revista Cuadernos MAVAE -Música, Artes Visuales y Artes Escénicas. Yo acababa de ser nombrada directora de este proyecto, y Natalia me manifestó su interés en acercarse a nuestro proceso editorial. Unos meses después, tuve la gran alegría de contar con ella como monitora. Natalia hizo sus labores con responsabilidad y cuidado, pero su entusiasmo y sus ideas fueron más allá de lo que requería su trabajo. Natalia se convirtió en un gran apoyo, no sólo a nivel práctico, sino también a nivel intelectual. Aunque su periodo de monitoría ya se culminó, yo la sigo considerando una aliada importante de la revista.Este semestre nos hemos encontrado con Natalia en contextos diversos. Por un lado, ambas fuimos convocadas por la universidad y el Teatro de la Memoria para hacer parte del equipo encargado de escribir la relatoría y las memorias de la visita de los maestros Eugenio Barba y Julia Varley a Colombia.
Por otro lado, Natalia me ayudó a plantear los ejes de pensamiento para un evento de la Revista Cuadernos MAVAE sobre “El arte y sus relatos”. Además de estas dos cosas, soy la consejera de su portafolio de grado. En los tres contextos, he sido testigo de su dedicación y del cuidado con que asume sus trabajos. Mi percepción es que Natalia se involucra emocional, energética e intelectualmente en cada una de las tareas que asume. Escribiré, finalmente, sobre nuestro encuentro en el Laboratorio Laban, asignatura que tiene como principal objetivo afinar las capacidades para la observación, la exploración y el análisis de movimiento. Quiero dividir este relato en dos momentos. En un principio vi en Natalia una energía muy enfocada y mucha seriedad en su trabajo, algo que agradezco mucho en una etapa donde estamos incorporando mucha información nueva. Una parte importante de este laboratorio consiste en pensar en movimiento; es decir, en tramitar información a través de la acción física, lo cual requiere un alto grado de atención y algo que llamaría inteligencia kinestésica. En este proceso, percibí en Natalia la capacidad de entender las sustancias y modulaciones que puede tener el movimiento en los elementos que usamos como anclaje conceptual en la clase: cuerpo, espacio, forma y cualidades dinámicas. Aunque las diferentes premisas que usamos no queden necesariamente incorporadas durante las primeras prácticas, para mí es posible ver cuando la comprensión de dichas premisas se manifiesta en el movimiento.
Natalia incorpora rápidamente información kinestésica, a veces con más cautela, a veces con más ímpetu. La impresión que tuve durante esta primera etapa fue que ella tenía una gran potencia contenida, y que su constante trabajo de análisis bloqueaba un poco el flujo de su energía hacia el espacio. En otras palabras, la sentí muy pensante en el movimiento. Quizás algún cambio en la dinámica de la clase o algunas observaciones que hice respecto a mi percepción, desataron en Natalia algo que no había visto: una gran explosividad y jocosidad escénica. Este fue un giro narrativo para mí como profesora, y debo confesar que el giro me dio mucha alegría. Ahora tengo la sensación de que el reto de Natalia no es tomarse el espacio con toda su energía, como lo pensé antes, sino más bien poner en escena la complejidad de sus inquietudes, con la misma agudeza y emocionalidad que la caracterizan a ella. Estoy segura de que esto es cuestión de continuar tejiendo los materiales conceptuales y kinestésicos que le rondan por el cuerpo; así como de continuar expandiendo las posibilidades físicas y expresivas de su movimiento. Natalia es una intérprete poderosísima.Le agradezco a Natalia su apertura y sensibilidad, pues eso nos ha permitido construir una cercanía y un afecto que aprecio inmensamente. En cada uno de los contextos que hemos compartido, ella ha sido para mí una interlocutora muy inspiradora y cálida. Confío plenamente en su ímpetu, su inteligencia, su talento y su calidad humana. Le deseo muchas alegrías en el camino.
Con cariño,Sara
(P.D: Diríjase a la carta CG, una estrella con voz de mujer)


las presentes fotografías son del encuentro de la revista Cuadernos MAVAE sobre “el arte y sus relatos”


26 de octubre 2023
Una artista singular (MA)
Asunto: Evaluación de profesores
Por: Maria Adelaida Palacio
Quizás es la estudiante más sensible que conozco. Es delicada con la palabra y con su modo de habitar la creación. Es suave. Es humana. Ferozmente humana. Y vulnerable. Algo a lo que no parece temer; a su propia existencia. A la fuerza de esa vulnerabilidad que la habita. A la pregunta constante de la que nace su pensamiento. Y le permite caminar con la escritura desde lo más hondo de su ser.
De Natalia, también, puedo decir que sabe de disciplina y compromiso, dos cualidades que exigen voluntad y determinación, y que escasean en estos tiempos de la inmediatez y del pensamiento express.
Pienso que su forma de habitar la creación es poco frecuente, y asombrosa,
y eso la hace ser singular. Es una artista que sabe ser ella. Se acerca a la creación desde su singularidad, desde muy adentro. Desde sus preguntas sobre el feminismo y lo interracial, preguntas que intuyo la atraviesan desde mucho antes.
Fue una casualidad que a su padre; Fredy, lo conociera en el barrio donde vivo y entendí un origen de aquella estudiante que al presentar su puesta final, realizó una serie de cartas a un hombre no conocido sobre el amor, la política y la ciudad. Natalia, entonces, escogió a un hombre entre los participantes y de forma delicada, lo invitó a sentarse en una pequeñísima mesa que simulaba ser un restaurante, un bar, un lugar público, pero tan íntimo a la vez. Allí, imaginando estar solos, Natalia le leyó sus cartas, tan tranquila, tan pausada, tan vulnerable y sensible. Intuyo que con la pulsión de escritora en el centro del pecho.
Luego empezó sus estudios en literatura.
Años después estuvo en clase de Dramaturgias como asistente. Descubrí entonces, una escritura viva, presente y elocuente, una escritura en donde se
puede contemplar su percepción del mundo. Natalia se desborda entre sus pensamientos. Ella me recuerda a las autoras que guardo en mi biblioteca, y que seguro ella también visita:
A las Virginia Woolf. A las Emily Dickinson. A las Rebecca Solnit. A las Sophie Calle. A las María Paz Guerrero. A las Robayo. A las Helene Sixous. A las Annie Ernaux.
Natalia es desbordamiento entre la escritura y la escena. Ella entiende el significado de la palabra, desbordada hasta el infinito.
Celebro a Natalia, y a todas las mujeres que es, ha sido y será.
Celebro el puente que construye entre la escritura y la escena.
Celebro verla caminar con y en la palabra de forma tan elocuente.
Desde esta pequeña orilla celebró la liberación femenina, la autonomía a esa posibilidad de pararse continuamente en el abismo de su pensamiento.
Querida Natalia, hemos sido muchas mujeres. Hemos querido revolucionar el mundo. El propio y el de otras. Y muchas veces lo hemos logrado. Es entonces la escritura; el deseo de la escritura; la contemplación; la confrontación con la palabra; la pregunta; el grito, un camino para abrir ese espacio en donde más mujeres lleguen a la escritura y a la palabra. A la palabra dicha en voz alta.
Con cariño,
María Adelaida Palacio Duque

