Cartas para puesta en escena segundo semestre con Maria Adelaida Palacio 

Cartas, Siempre a ti.

A quien corresponda leerle en medio de mi ejercicio, rodeado de velas y tres sillas.

Primera

Si los cien años de soledad siguieran, yo quisiera combatirlos. Quisiera fingir que soy escritora, fingir qué soy otro como un Borges. Me encontré en el constante desencuentro de las redes contigo, compañero. Viajante de Whitman nuestro capitán.

Con el sol de las cinco de la tarde, atravesando mi ventana, y el frío colándose en mis huesos, decidí hablarte porque compartimos al tiempo ese artículo, de esa revista, de ese año. ¡Por cierto estoy haciendo un cortometraje para Octubre! No olvides nuestro pacto.

Si, sé que tú ego sube cuando digo eso, sí mi compañero, sí te quiero.

Quedo atenta a las próximas lecturas y pactos.

¿Te encontré?

Segunda

Gracias por tus poemas, compañero, la erótica de Cortázar invadió mis ojos de tu azul. Lloré y se sintió como el rocío de la madrugada en la selva. Una jungla como yo, o cómo tu teje nuestras conversaciones ¿cierto?

Pero ah, qué exquisita sale la palabra de tus manos. Quisiera creerte, como creo en las Brontë.

Sin embargo, ya eres mi cúspide, mis cumbres borrascosas que se encuentran en sosiego en tu cima.

Tercera

No comprendo

Cómo me envías esto

Para que darle paso a mi angustia,

No

Por qué las personas harían esto, para qué continuar creyendo en lenguas viperinas

Tengo esperanza, como también la tengo en ti a pesar de todo.

Cuarta

Si la nostalgia tuviera forma, seria como tú, tal vez violeta y

Si la desilusión tuviera rostro

No

No

Sería mi tía, NO NONO

Compañero, perdimos, nos quitaron algo hoy, un poco de esperanza. Es casi al mismo tiempo, el inicio y final de la felicidad, se detuvo el viento, se acabó mi aire vital.

Tal como esto, absorbiste mi alma.

Qué seguirá cielo, qué andará en tu para mi. Vamos, Pessoa nos llama, y Alfredo Molano nos espera

…

¿Colombia, qué quieres tú?

Cuarta 

Colombia le dijo no a La Paz y tú a las letras compartidas conmigo, pero ahora, con ese poema tuyo, veo que el espacio de aparición en donde creas y habitas, es el vaivén más denso, volátil. Sí, un vaivén volátil, sumado a la tibieza de tu corazón restado a mi amor.

Que el profanador de la palabra tan adorada para mi, encuentre el silencio y se hunda en las cuevas de mi olvido. Que los seguidores de la eterna derecha colombiana, consigan paz en el final nuestro, para no ver, no sentir.

Vivir el dolor de mi país, me recordó la intensidad que fuimos. Pero en un segundo, borraste esa aureola, qué dolor, compañero.